miércoles, 3 de febrero de 2010

RECURSOS NATURALES


En el desierto de Sonora, al igual que todos los grandes desiertos de Norteamérica, se caracteriza por los grandes saguaros, que son los cactus siempre presentes en las películas de vaqueros. Estas interesantes cactáceas varían su tamaño desde el de un pulgar hasta los 15 m, carecen de hojas, tienen espinas para repeler a los animales sedientos, son de tallo carnoso con pliegues, sus raíces están diseñadas para captar la mayor cantidad de agua posible y llegan a pesar 10 toneladas, de las cuales cuatro quintas partes o más son agua. Asimismo pueden vivir hasta 200 años y crecen lentamente, un metro por cada 20 ó 50 años.

Aunque el desierto es un mundo oculto y aparentemente estéril durante la sequía, cuando cae la primera lluvia la vida reaparece y se convierte en un paraíso. Todo se llena de colores, los cactus florean en azul, rojo, amarillo y blanco, las ranas salen de los lechos de lagos secos para reproducirse, y las semillas de diente de león que se encontraban en latente espera florecen y producen más semillas para asegurar su perpetuidad. Todo se convierte en un mundo verde y multicolor.



Los árboles como el palo blanco, el palo fierro, el torote, el palo verde y el mezquite tienen otros sistemas de adaptación como crecer a la orilla de riachuelos y en las faldas de los cerros, ser chaparros para contrarrestar la fuerza del viento, y tener la madera muy dura y raíces largas que penetran en la tierra hasta encontrar un depósito de agua. El mezquite, por ejemplo, es casi todo raíz en su juventud, pero cuando encuentra agua crece.

A su vez, la fauna emplea sus propios sistemas de supervivencia e insectos como las arañas y los escorpiones han aprendido a vivir a sus anchas en este mundo de contrastes. Los huevos de algunas especies de camarón se mantienen en estado latente en charcas secas, las cuales al llenarse dan vida a estos animales. Aunque parezca increíble hay aproximadamente 20 especies de peces en los desiertos de Estados Unidos y Sonora, y cada una de ellas ha encontrado también la manera de sobrevivir en este clima contrario a su naturaleza. Por otra parte, hay una gran cantidad de reptiles como lagartijas, iguanas, lagartos, culebras, tortugas y serpientes que han hecho del desierto su hogar.

Las aves están también presentes y durante las tardes en los aguajes se pueden ver gorriones, carpinteros, palomas, codornices y correcaminos que llegan a beber, y a éstos dos últimos se les puede observar también corriendo entre los arbustos. El correcaminos no es un ave que vuele sólo cuando está espantada, y cuentan los vaqueros que es un animal muy listo, pues cuando ve a una culebra dormida va y la rodea de choyas, después le da un picotazo y cuando ésta empieza a moverse se espina toda, entonces el correcaminos aprovecha y acaba con ella. Hay también aves rapaces como el gavilán, el cual caza pequeños pájaros y roedores como la rata canguro o guancito.

El resto de la fauna del desierto de Sonora está compuesta por los mamíferos, muchos de ellos como el coyote, el zorro, los roedores, las liebres y los conejos viven en madrigueras subterráneas que son un perfecto aislante del exterior, tanto del calor como del frío y durante las épocas de sequía acumulan alimentos dentro de estos refugios para así poder sobrevivir. Los pumas, sin embargo, viven en cuevas y abrigos rocosos.

Otros animales del desierto como el borrego cimarrón, que habita en las peñas y sierras más inaccesibles, y el venado bura se han convertido en preciados trofeos cinegéticos por la belleza de sus cornamentas; por tal motivo los cazadores furtivos los buscan mucho y los han puesto al borde de la extinción.



Y finalmente llegamos con los últimos habitantes del desierto de Sonora, la comunidad seri, grupo indígena que antiguamente habitaba la Isla Tiburón, la más grande de México con 1 208 km2, y que se localiza en la parte central del mar de Cortés frente a Sonora, separada de este estado por el canal del Infiernillo. Esta isla fue decretada reserva natural en 1965, y tal hecho provocó el desplazamiento de la comunidad seri de su hogar ancestral.

Los seris tuvieron que mudarse al desierto de Sonora y se establecieron en Punta Chueca y Desemboque. Ellos son los únicos que tienen permiso para pescar y cazar en la isla porque estas actividades junto con la venta de artesanías son sus medios de subsistencia en esta tierra hostil.

La artesanía de los seris está compuesta por las conocidas figuras de palofierro y unas canastas conocidas como “coritas”; las primeras son hechas con la dura madera de dicho árbol, y en ellas plasman la naturaleza que los rodea creando bellas figuras de gaviotas, delfines, pelícanos, correcaminos y muchos animales más. Las “coritas” a su vez, son elaboradas con fibras del árbol llamado torote.

Como podemos ver, el desierto no es de ninguna manera un páramo estéril y exento de vida, es un ecosistema extremoso sí, pero en su seno viven una gran cantidad de plantas y animales que son un magnífico ejemplo de cómo la vida y la naturaleza cuentan con una infinidad de interesantísimos recursos para perpetuarse bajo condiciones aparentemente adversas. Tal vez sea el momento de que le prestemos más atención y cambiemos nuestro concepto sobre él para aprender más sobre nosotros y nuestro entorno

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. eta feo no me gusto y la letra no se ve casi le doy un 0 de calificación ,realmente patético y
    desgraciado

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